Resumen
Si pensamos en el expolio del patrimonio cultural, quizá nuestras primeras imá- genes provengan del mundo cinematográfico, con sus ladrones de guante blanco, inteligentes, atractivos y altamente tecnificados. Pero si nos damos un tiempo para descender a la realidad, el expolio irá perdiendo todo su barniz glamuroso y aventurero. Descubrimos entonces el grave daño que esas acciones provocan en la sociedad al perder bienes culturales de dominio público. También apreciamos una cuestión de múltiples consecuencias que implica a diversos agentes y que ofrece diferentes caras que no suelen estar habitualmente en el punto de mira. Por ejemplo, los arqueólogos cuando incumplen sus responsabilidades y practican su oficio de manera negligente. O cuando el control y vigilancia que competen a la Administración se realizan de manera laxa.